La Gran Logia de España consagra en Madrid la Logia “La Reunión Española” nº 198, que trabajará en Rito Francés

A partir de este mes de noviembre, la Gran Logia Provincial de Madrid cuenta con una nueva logia que lleva el nombre distintivo de «La Reunión Española», en recuerdo y homenaje a la primera logia masónica formada por españoles de la que se tiene documentación. La nueva logia trabajará en el Rito Francés, el mismo con el que trabajó la logia homónima bajo la protección del Gran Oriente de Francia a principios del siglo XIX.

Esta logia no surgió en España, sino que fue creada en Brest (Francia) el 20 de agosto de 1801. Este hecho tuvo lugar en un contexto de gran tensión internacional, ya que en esa época Francia y España mantenían una alianza frente a Inglaterra, en los primeros compases de la era napoleónica.

El puerto de Brest

La formación de la logia coincidió con la presencia en Brest de la escuadra española del Océano, comandada por José de Mazarredo. Dicha escuadra estaba compuesta por una considerable fuerza naval: quince navíos, cuatro fragatas y cuatro corbetas, con un contingente superior a los 12 500 hombres entre marinos, artilleros y otros miembros, entre los que destacaban figuras como Federico Gravina y Antonio de Córdoba.

Desde agosto de 1799, esta escuadra permaneció anclada en el puerto de Brest, bloqueada por la flota inglesa, lo que propició el contacto e intercambio de los oficiales españoles con la masonería francesa de las logias «L’hereuse Rencontre» y «Les Amis de Sully». Animados por esta experiencia, decidieron fundar su propia logia, a la que llamaron «La Reunión Española», y que funcionó entre el verano de 1801 y la primavera de 1802. Esta logia operó bajo la protección del Gran Oriente de Francia.

El almirante Mazarredo

Difusión del espíritu masónico en España

Tras su estancia en Brest, y gracias a la firma del Tratado de Paz de Amiens, la flota pudo levantar anclas y volver a España. Los oficiales de Su Majestad Católica, entre los que se encontraban numerosos religiosos y capellanes de la flota que habían sido iniciados en la Reunión Española, llevaron consigo el espíritu masónico y las «ideas nuevas» aparecidas en Francia a ciudades con una fuerte tradición marinera como Cádiz y La Coruña. Sin embargo, resultó difícil celebrar reuniones masónicas en estos lugares, especialmente en Cádiz, debido a la intervención de la Inquisición, que comenzó a actuar al descubrir que algunos marinos eran masones.

El San Juan Nepomuceno

La persecución de la masonería y la continuidad de La Reunión Española

Aunque inicialmente se intentó fundar una logia en Cádiz como continuación de la de Brest, la persecución del Santo Oficio se intensificó a partir de abril de 1804. No obstante, tres años más tarde se detectó la existencia de una logia en Cádiz, ciudad con fuertes vínculos internacionales. Esta nueva logia, impulsada por marinos franceses, dependía del Gran Oriente de Francia y contaba también con algunos miembros españoles.

Y, 224 años después, la Gran Logia de España recupera un nombre histórico altamente simbólico. Con La Reunión Española, son nueve las logias que trabajan el Rito Francés en la Regularidad de la Gran Logia de España (tres en Castilla, tres en Madrid, una en Andalucía, una en Canarias y una en Murcia), a las que hay que sumar la logia Saint Jacques, primera Logia de Estudios e Instrucción creada por la Gran Logia para dar respuesta a las necesidades formativas de los hermanos y logias del Rito.

El nacimiento del Rito Francés

Desde la década de 1770, en Francia se empezó a sentir la necesidad de instaurar orden y uniformidad en el ámbito masónico. Muchas Logias solicitaron entonces al Gran Oriente de Francia, la potencia masónica que agrupaba a todas las Logias francesas, que elaborase rituales oficiales con el fin de dotar a la masonería de una estructura ritual consolidada y reconocida. Este proceso culminó en 1785, cuando el Gran Oriente decidió codificar formalmente sus rituales. Esta medida supuso un hito fundamental, ya que sentó las bases de lo que posteriormente se conocería como el Rito Francés. Este rito se convirtió en el principal referente de la masonería francesa y reforzó su identidad frente a otras corrientes masónicas.

Cabe señalar que el término «Rito Francés» no aparece en los rituales ni en los reglamentos originales ni en las deliberaciones en las que se aprobaron dichos rituales. La primera mención documentada de la expresión «Rito Francés» se halla en las actas de la Cámara de Administración del Gran Oriente, con fecha del 25 de diciembre de 1799, donde se hace referencia a una logia establecida en Nueva York «bajo el Rito Francés». Sin embargo, esta denominación aún no estaba plenamente asentada, como demuestra una deliberación posterior, del 24 de marzo de 1800, en la que aún se utiliza la expresión «sistema del Gran Oriente».

El nombre «Rito Francés» parece haberse originado en contraposición al término «Rito Escocés». Inicialmente, «escocés» se refería a los altos grados masónicos y describía una clase específica de estos. Posteriormente, el término se amplió para abarcar toda la masonería de altos grados, al igual que «escocismo». Dado que en el siglo XVIII no existía la separación entre altos grados y grados azules que existe hoy en día, algunos sistemas llegaron a aplicar el término «escocés» a todo su corpus ritual, incluidos los grados azules. Así, ante la existencia de ritos que se autodenominaban «escoceses» —como el Rito Escocés Rectificado, el Rito Escocés Filosófico o el Rito Escocés Antiguo y Aceptado—, resultaba lógico que el sistema del Gran Oriente de Francia terminara siendo denominado «francés». No obstante, este no fue un nombre oficial desde el principio, sino un apelativo que se fue consolidando con el tiempo, como demuestra el uso alternativo de «sistema del Gran Oriente» en actas de la época.

El Rito Francés se originó a partir de la masonería de los Modernos, establecida por la Gran Logia de Londres en 1717. Fue introducido en Francia hacia 1725 por británicos que emigraron por motivos religiosos o políticos y, desde entonces, evolucionó a lo largo de los siglos XIX y XX, reflejando los profundos cambios políticos, filosóficos y sociales que vivió el país.

En 1955, Roger Girard y otros Hermanos del Gran Oriente de Francia iniciaron un proceso para recuperar el Rito Francés original. Tras años de trabajo, el 15 de junio de 1979 la Gran Logia Nacional Francesa consagró la Logia «Les Anciens Devoirs» n.º 238, llevando el Rito Francés a la masonería regular. En 2006, el Gran Maestro Josep Corominas otorgó carta patente a la Logia «Aleph» n.º 147, en Toledo, que fue consagrada el 11 de febrero de ese año, lo que permitió, por primera vez, la práctica del Rito Francés o de los Modernos dentro de la Gran Logia de España.

“El Rito Francés constituye una síntesis cuidadosamente elaborada que recoge los aspectos más valiosos de la masonería del siglo XVIII y representa la quintaesencia del espíritu masónico francés de la época de la Ilustración.”

Roger Girard (1930-1999)

 

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